María
José García Martínez - Directora
de Centro de Aprendizaje Santo Tomás Rancagua
Cuando
los estudiantes comienzan su vida académica ingresan con muchas expectativas y
ensoñaciones. Lo que comúnmente conocemos como el camino para “ser alguien en
la vida” viene cargado también con ilusiones de sus familias, al ser en su
mayoría la primera generación que accede a la educación superior. Es por estas
razones que cuando reciben su primera evaluación deficiente, estos alumnos
sufren frustración y ansiedad, lo cual muchas veces deriva en una muy temprana
deserción. En virtud de esto entregaremos algunas recomendaciones para el éxito
académico.
En
primer lugar, debemos mantener la calma, ser organizado y planificar con anterioridad
los horarios y repaso de las asignaturas. También recomendamos utilizar
técnicas apropiadas como el uso de subrayado, mapas conceptuales o resúmenes
que permitirán optimizar los tiempos de estudio.
En
segundo lugar, la asistencia a clases es fundamental. Sabemos que en primer año
la vida social aumenta, ya que conocemos muchas personas nuevas, pero conseguirse
la materia no es lo mismo que la explicación, experticia y ejemplificación de
un docente.
En
tercer lugar, a veces la carrera elegida no es aquello que nos apasiona. No hay
que dejarse llevar sólo por las carreras de mayor remuneración, por aquellas
que “están de moda” o porque todos en la familia estudian lo mismo; siempre hay
tiempo para comenzar otra vez y cambiarse a otra área de mayor inclinación.
Finalmente,
podemos asegurar que la primera nota deficiente no es una sentencia de
reprobación de la asignatura o inclusive de la carrera, sino una forma de
motivación mayor. Muchas veces las notas que nos sacábamos en el colegio no serán
las mismas en la educación superior, ya
que los contenidos tendrán mayor complejidad. Eso requerirá un esfuerzo
adicional, pero hay que tener la mente puesta en las metas y visualizar el
triunfo lo hará más cercano.
Fuente: Santo Tomás